Fifty-fifty?

Índice de Alertas

Este alerta será corto en extremo, porque: “a buen entendedor, pocas palabras”


Ayer dije que en las Fuerzas Armadas de Venezuela no había más de 60 mil hombres y ahí estoy incluyendo a los cocineros, los que tocan trompetas, limpian piso y escriben a máquina. Dije también que muchos de ellos (¿la mayoría?) estaban – como estamos nosotros los civiles – en contra del régimen CASTRO-COMUNISTA al cual se han subordinado Chávez y un grupito de sus oficiales. No fui “puntual” en cuanto al porcentaje y muchos me escribieron pidiéndome que me acerque a una cifra “creíble”, “posible”… “manejable”.

¿Qué les parece a mis lectores/ras la mitad? Digamos que la mitad de los hombres de las Fuerzas Armadas está comprometida – traidoramente - con el CASTRO-COMUNISMO INTERNACIONAL y la otra se arropa - hasta la muerte - con la gloriosa bandera tricolor de las siete estrellas, aquella que vuestros padres les enseñaron a querer, ante la cual se echan lágrimas cuando la vemos en el exterior, ondeando libre y orgullosa. Estamos hablando, entonces, de un universo – MÁXIMO – de 30 mil hombres. No voy a entrar en “chismorreterías” sobre si gran parte de ellos son unos cobardes de mierda o no. Digamos, para los efectos de este ejercicio, que todos son más valientes y más machos que Pancho Villa… y, ojo: a lo mejor lo son. Lo que sí sabemos, porque me consta, es que están inadecuadamente armados (con fusiles demasiado pesados para el promedio de la estatura y contextura física de nuestros soldados) y peor aún entrenados. Cargados con el equipo de combate, la mayoría de ellos no llegaría en dos pies de Chacao a Chacaíto.

Si es necesario fumarse una lumpia, háganlo. Imagínense por un momento a CIENTOS DE MILES de “escuálidos” (si no millones, dependiendo de la “calidad” de la lumpia) saliendo al unísono (sin cacerolas ni pitos) a las calles de nuestras grandes ciudades, dispuestos a no regresar a nuestros hogares hasta que no retorne la vida a nuestras almas. ¿Se lo imaginan? Ahora (antes de que el efecto de la lumpia pase) imagínense que son ustedes parte de ese ejército, le montan un FAL al hombro y le dan dos mil proyectiles que pesan una tonelada, le encasquetan un casco que les queda inmensamente grande, unas botas que les aprietan los dedos de los pies y sabrá-Dios cuánta parafernalia más como bayoneta sin filo, un morral lleno de pendejadas, cantimplora, bianda de campaña, etc. Usted mide 1.40 mts y pesa 50 kilos, fue criado – en los mejores tiempos de la IV República - con “leche de plátano” y arepa con sardinas y por desayuno, esa mañana, le dieron fororo con guayoyo. De haber estado holgazaneando en un cuartel durante la mayor parte de su vida “militar” (esperando solamente a que llegue el fin de semana para verse con su “cachifita”), le dicen que tiene que salir a las calles a poner orden y se encuentra con una ciudad desbordada por miles y miles de hombres, mujeres, niños… ancianos, minusválidos, todos con unas caras de arrechos que no la brinca un venado. ¿Qué haría?

Si es verdad lo que dice Marta Colomina, que nos están metiendo todos los días cualquier cantidad de “carniceros” cubanos que – evidentemente – están llegando para masacrarnos a sabiendas de que nuestros muchachos del ejército no lo harán, ¿esperaría usted al domingo 29 de febrero de 2004 para buscar libertad? ¿No cree que sería mucho más sensato hacerlo ahora que no han llegado todos los cubanos del ECO (Ejército Cubano de Ocupación)?

Yo creo en la Profesora Colomina porque es una señora seria y un ícono del periodismo venezolano. Guerra avisada no mata ciudadanos y si los mata es porque son todos unos “anos”.

Caracas 07 de octubre de 2003